¿Esfuerzo o suerte?
Anoche, al ver un conocido programa de preguntas y respuestas, observé que de las dos personas que llegaron a la final para ganarse el gran premio, una de ellas lo hizo gracias a su esfuerzo por haber respondido en forma correcta y segura la mayor parte de las preguntas anteriores para llegar a esa instancia. La otra finalista, en cambio, llegó a esa etapa de una manera sorprendente, incluso para ella misma. Se notó claramente que lo hizo “zafando”, intentando adivinar cada respuesta, lo cual logró gracias al cincuenta por ciento de probabilidades que había de acertar o fallar en cada pregunta. Podríamos decir que la “suerte” estuvo de su lado. En la última fase, aunque estuvo algo reñida, finalmente se hizo “justicia” y ganó la persona que a mi criterio realmente lo merecía.
Este entretenido juego me hizo pensar en cómo vemos en la vida cotidiana que hay personas que “triunfan” o escalan a altas posiciones simplemente “por azar”, por alcanzar logros que muchos desean, sin siquiera merecerlo, solo zafando, con poco o ningún esfuerzo. La otra cara de la moneda son las personas que sí triunfan gracias a su merecido esfuerzo, personas que tienen grandes sueños y aspiraciones, y llegan a la meta con arduo trabajo que pocos conocen, aunque muchos envidian el resultado obtenido. Alguna vez leí “No envidies mi éxito si no conoces mi sacrificio”, una frase más que oportuna para esta reflexión.
Dice la Biblia en Josué 1:9: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estaré contigo en dondequiera que vayas”. Es muy esperanzador leer la segunda parte, ¡qué bueno saber que Dios nos acompaña en todo lo que hagamos! Pero prestemos atención también a la primera parte. Hay que esforzarse y ser valiente, sin temer ni desmayar. Ese es el secreto del éxito del cual podemos sentirnos orgullosos, muy diferente del que viene “por casualidad” y sorprende a todos, incluso al que lo logra sin esfuerzo.